5 mar 2012

HS

Tú, sí tú, ese de los ojos marinos y la sonrisa perfecta. Ese que cuando me mira, aunque sólo sea en fotos, consigue hacerme tocar el cielo y ese mismo que me hace estremecer con el simple hecho de pensar cómo será el tenerlo a pocos metros de mí. Ese que de no tenerlo a mi lado me está matando y el que me hace llorar cada noche como una tonta cuando lo miro a los ojos y me imagino que me abraza por detrás y me acaricia el pelo con delicadeza mientras yo me duermo en su pecho. Él es mi mayor sueño, mi única ilusión, mis ganas de vivir. Por él me despierto cada mañana con la tristeza de que es un día más sin tenerlo, pero con la tímida esperanza de que es otro menos para la cuenta atrás de conocerle. Aunque también es el mayor culpable de mis lágrimas y si no fuera por esta situación a lo mejor conseguiría olvidarme un poco de que no me conoce y que mientras yo me muero por un simple abrazo suyo, él no sabe que existo. Pero sinceramente eso me da igual, nada importa cuando le oigo cantar y su voz consigue erizarme la piel. Sé que los demás no me creen cuando les digo que estoy enamorada y que me toman por loca por sentir esto que siento, pero por cada imposible que oigo mi amor hacia él crece 10 milímetros más. Y sé que algún día, no muy lejano, lo conoceré, y él me mirará y me sonreirá, y gracias a esa sonrisa me hará feliz como solo él sabe hacerlo. Porque aunque ahora sólo sea un sueño más para mi lista de imposibles, yo seguiré soñando con él cada noche y seguiré viviendo, sonriendo o llorando, por ese chico con el pelo rizado que me cautivó para siempre.

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